Osteoporosis y artrosis
Hoy vengo con una nueva entrada, tal y como os dije en instagram, sobre un tema recurrente en Atención Primaria y que creo que, no obstante, no está suficientemente explicado para la población general: artrosis y osteoporosis.

En cuantiosas ocasiones me encuentro con pacientes en consulta que achacan sus dolores articulares a la osteoporosis... y es verdad que la tienen, pero también tienen artrosis y es esta última la que causa el dolor.
Hay que tener clara una cosa: la osteoporosis no duele. Implica menos calcio en el hueso (peor mineralización ósea, si queremos decirlo de forma más técnica) pero no causa dolor. Hace el hueso más frágil, pero no causa dolor. Aumenta el riesgo de fracturas, pero no causa dolor. Una persona puede tener artrosis, debido al uso de las articulaciones a lo largo de los años. De hecho, todos o casi todos acabaremos teniendo artrosis en mayor o menor grado, siendo ésta la causante del dolor articular.
Hay otras enfermedades que causan dolor articular además de la artrosis, por supuesto, pero no vamos a hablar hoy de ellas.
Dicho lo cual, que la osteoporosis no duela no quiere decir que no sea importante conocer su existencia, saber en qué pacientes hay más riesgo de desarrollarla y sobre todo, cómo tratarla. Las fracturas patológicas (esas que se producen por tener un hueso enfermo) son prevenibles, entre otras cosas detectando y tratando adecuadamente la osteoporosis... o previniéndola.
Por tanto, lo primero que tenemos que saber es cómo evitar que aparezca, o minimizar la posiblidad de que lo haga. Las medidas son, como casi siempre, las mismas: alimentación adecuada y ejercicio físico con regularidad.
Dentro de la alimentación habría que priorizar el consumo de alimentos altos en calcio, así como garantizar un correcto aporte de vitamina D y magnesio para que ese calcio se fije bien en el hueso. Comiendo variado y con una exposición solar de 15 minutos al día (salir a dar un paseo por ejemplo) debería ser suficiente. ¿Fácil, verdad?

En cuanto al ejercicio, el entrenamiento de fuerza es clave. Todo lo que implique tensión mecánica muscular (mover pesos) va a hacer que el músculo esté más sano, más fuerte, y como es un tejido metabólicamente activo, condicionará que el cuerpo entienda que está necesitando tener su aparato locomotor en orden porque se está usando. Por medio de toda una serie de mecanismos bioquímicos y hormonales que no me voy a parar a explocar (daría para un libro, ¡no me cabe aquí!) el ejercicio de fuerza favorecerá que el calcio vaya al hueso, que es donde nos interesa que esté, y no se quede por ahí en otras partes del cuerpo (véase, las arterias).

Así que ya sabéis, para proteger vuestros huesos es súper importante comer bien, variado, saludable, que os dé un poco el sol (cuidado con las quemaduras...) y el ejercicio físico. Suena fácil, sé que no lo es, pero es enormemente rentable.
Y si necesitáis ayuda con vuestros hábitos de vida, ¡os recuerdo que yo os la puedo brindar! ;)
¿Queréis una parte dos, donde hablemos de los fármacos para la osteoporosis? Dejadme vuestras dudas en comentarios y en la siguiente entrada veremos todo al detalle.
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