Salud intestinal en Navidades
En estas épocas de comidas copiosas y contundentes, es más frecuente que nunca encontrarnos con las típicas "indigestiones", reflujos, incluso cuadros con vómitos y/o diarreas.
Es Navidad, se suele decir que a nadie le amarga un dulce, pero... a veces es más de uno, y de dos... no pasa nada, hay que disfrutar de la comida y la compañía, pero a veces nuestro tubo digestivo no está por la labor. En estas épocas, los cuadros de dolores abdominales, reflujo, vómitos, náuseas, diarreas, son muy frecuentes en la consulta del Médico de Familia.

Podría ser útil dividir la introducción en 2 o 3 puntos principales para que los lectores puedan seguirla con facilidad. Cada uno de los párrafos debe centrarse en un tema.
La gastroenteritis, la gran estrella
La gastroenteritis es una infección vírica que afecta al tubo digestivo, y provoca vómitos y diarrea. Aunque también existen gastroenteritis por bacterias, son menos frecuentes, aunque sí que vemos unas cuantas al año, sobre todo en relación a intoxicaciones alimentarias (la mítica Salmonella, por ejemplo...). El cuadro se puede acompañar de alguna décima de fiebre, además del lógico malestar, ya que la persona no puede comer y, en algunos casos, tampoco beber. Si la fiebre fuese más alta, es algo que nos ha de hacer sospechar uno de estos casos menos frecuentes de causa bacteriana.
Es mucho más frecuente en verano y tras las navidades por algo evidente: transgresiones dietéticas y comer fuera. Tanto en verano como en Navidades salimos más, comemos fuera más y comemos más cantidad de comida en términos generales. Todo esto hace que seamos más vulnerables.
En cualquier caso, el problema radica sobre todo en la imposibilidad para comer y, en especial, para beber. Los vómitos y diarrea contribuyen a perder agua e iones, y el paciente se deshidrata. El cuadro clínico suele ser autolimitado, esto es, cede por sí solo en unos días... pero podemos hacer cosas para que se pase antes, y con menor malestar:
Consejo #1
El primer consejo sería conseguir rehidratarse: si la persona tolera líquidos por boca (esto es, no vomita nada más beber) se le puede dar agua con suero oral hiposódico disuelto en ella. En el paquete ponen las instrucciones de uso, pero en resumidas cuentas, se trata de disolver un sobre en un litro de agua y tomar 200-400 mL de dicha mezcla cada vez que se realiza una deposición diarreica/vómito. Ahora bien, si la persona es incapaz de beber nada, ni agua, porque lo vomita, hay que acudir a un centro sanitario para que se rehidrate por vía intravenosa (gotero) y se puedan reponer las pérdidas. La deshidratación, si no se trata, sí es mortal.
Consejo #2
El segundo consejo sería, una vez el paciente tolere líquidos por boca sin problema, reintroducir la alimentación poco a poco aplicando lo que llamamos dieta blanda. Se caracteriza por cocciones sencillas, sin grasas, sin productos ultraprocesados, sin bollería... Fundamentalmente todo va cocido o a la plancha, incluidos los vegetales, evitando fritos, rebozados y otro tipo de preparaciones. MUY importante en este caso, si hay diarrea, evitar el uso de bebidas isotónicas tipo Aquarius, ya que contienen una concentración de azúcares muy elevada que puede atraer más agua al intestino y agravar las diarreas. Es un consejo que clásicamente se utilizaba, pero no tiene fundamento científico y es contraproducente.
Consejo #3
También es muy importante limitar o evitar el consumo de lácteos durante la gastroenteritis y un par de semanas después. No es que el lácteo en sí sea un producto perjudicial para esta enfermedad, la explicación es diferente: en el intestino se produce la lactasa, enzima que se encarga de degradar los productos lácteos, sean estos leche, queso, yogures... La cuestión es que durante una gastroenteritis el tejido del intestino está inflamado, dañado, y la cantidad y calidad de lactasa que se produce disminuye. Por tanto, hay una intolerancia a la lactosa transitoria que, al tomar lácteos, se manifiesta como agravamiento de la diarrea, distensión abdominal y meteorismo (gases). De ese modo, aunque no es algo que le ocurra al 100% de la población, hay una tendencia general a recomendar evitar el consumo de lácteos de forma temporal para evitar esto. Se podrán reintroducir poco a poco tras la enfermedad, empezando por yogures, quesos frescos... hasta la leche, que es más indigesta al no estar fermentada. Los quesos muy grasos mejor dejarlos para el final, pero ya no por la lactosa sino por la cantidad de grasa que contienen.
Consejo #4
Otros alimentos que no son aconsejables son los tés y cafés, por la cafeína que contienen. Porque sí, aunque digamos que el té tiene "teína"... esa teína sigue siendo cafeína, solo que en cantidades menores que cualquier café. La cafeína es un irritante del tubo digestivo, actuando sobre todo a nivel gástrico. Por tanto, si tenemos un tracto digestivo enfermo, no es buen momento para introducir su uso. Mejor esperar a la recuperación completa o, incluso, dar un poco más de margen. Con el picante ocurre exactamente lo mismo. Con el uso de infusiones, mientras no se les eche azúcar, miel, siropes, ni ningún otro endulzante o edulcorante, no habría problema en consumirlas.
Consejo bonus
Durante esta época de sexta ola de coronavirus, vamos a encontrar en consultas cuadros de tipo digestivo de todo tipo, incluido alguno que otro que pueda estar causado por este virus. No todo es COVID, pero en estas fechas donde nos reunimos con familiares que pueden ser de riesgo, quizá no esté de más hacerse un test de antígenos si aparecen síntomas digestivos o respiratorios. Por uno mismo y por la seguridad de la familia en estas fiestas, para poder disfrutar con tranquilidad.
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