¿Por qué no se habla de los miomas?
Actualizado: 13 mar 2022
Cuando hablamos de salud femenina, solemos hablar de SOP, amenorrea,... pero existen otras dolencias de las cuales se encuentra menos información en internet. Hoy, vamos a acabar con esa tendencia.

¿Qué son los miomas?
Los miomas son tumores benignos (es decir, no es cáncer) ubicados en el miometrio: el tejido muscular del útero. Están formados precisamente por esas células musculares, por lo que son densos y pesados. Pueden aparecer en diferentes niveles de profundidad dentro del miometrio y algunos de ellos pueden improntar en la cavidad uterina, ocasionando dificultades para la implantación.
Los miomas pueden crecer:
En la pared muscular del útero: miometriales.
Bajo la superficie del endometrio: submucosos.
Bajo la cubierta externa del útero, que llamamos serosa: subserosos.
En un tallo o pedúnculo largo ("colgando") en la parte externa del útero o dentro de la cavidad del útero: pedunculados.
Pueden ser de diferentes tamaños, incluso algunos llegando a pesar kilos, aunque no suele ser lo má frecuente. Sí que es muy habitual, en cambio, que cuando se detecta uno, acabe habiendo más en los sucesivos años.
¿Cómo de frecuentes son?
Los miomas son muy frecuentes en general, llegando a aparecer en mayor o menor tamaño, mayor o menor cantidad, en una de cada dos mujeres en edad fértil. Es poco frecuente que aparezcan antes de los veinte años de edad, siendo más frecuente a partir de los 30-40 hasta que se alcanza ese 50% de mujeres afectadas a los 50 años de edad.
Es más frecuente que puedas desarrollar miomas si perteneces a la etnia africana o afroamericana, comparado con otras etnias.

¿Por qué se producen?
Es algo controvertido a día de hoy, ya que no está del todo claro, pero parece que las hormonas tienen un influjo importante en su crecimiento y formación. De hecho, esto cuadraría con el hecho de que aparezcan muy poco por debajo de los veinte años y que su frecuencia aumente con la edad: llevas más tiempo expuesta a tus propias hormonas.
También parece que puede haber un componente genético, ya que se han observado agregados familiares. Esto es, hay familias en los que es mucho más frecuente desarrollarlo. No es que sean hereditarios exactamente: heredas la predisposición a tenerlos.
¿Qué síntomas dan?
Frecuentemente podemos encontrarnos con:
Sangrados intermenstruales.
Sangrado menstrual más abundante de lo que corresponde, con coágulos.
Periodos menstruales más largos de lo normal.
Necesidad de orinar más frecuentemente (en miomas que son grandes y se apoyan sobre la vejiga, presionándola).
Dolor pélvico.
Sensación de peso en pelvis y abdomen inferior.
Dolor durante las relaciones.

¿Cómo se diagnostican?
Existen diferentes opciones en función de cada caso, pero las pruebas que se suelen utilizar son las siguientes:
Ecografía: puede ser transvaginal o abdominal.
Resonancia Magnética (RM): la técnica de mejor resolución, aunque implica estar dentro de la máquina durante un rato y hay personas que sufren claustrofobia.
Sonohisterografía: se inyecta una solución salina en la cavidad uterina para mejorar la imagen obtenida por ecografía, en aquellos casos en que se sospecha un mioma pediculado o que impronta en la cavidad.
Histeroscopia: visión directa de dicha cavidad uterina con una pequeña cámara que se introduce vía cervical.
¿Cómo se tratan?
El tratamiento dependerá de cada caso, por lo que siempre va a ser individualizado. Existen diferentes opciones terapéuticas en función de la clínica que la paciente presente y el problema que el mioma (o los miomas, en plural) le estén causando:
En los casos de sangrado abundante, se puede valorar introducir un DIU con progestágenos o bien tratar vía oral con ácido tranexámico para cortar el sangrado.
Suplementos de hierro si la persona tiene anemias recurrentes por dichas pérdidas (aunque lo ideal es conseguir reducir esos sangrados).
Analgesia adecuada para el dolor que puedan generar.
Observación: le pueden realizar ultrasonidos o exámenes pélvicos de seguimiento para revisar el crecimiento de los miomas.
Cirugía (miomectomía, histeroscópica o no; ablación endometrial): a valorar según la ubicación (no todos son extraíbles).
Quimioembolización: cuando el mioma está en una zona no operable, se pueden taponar los vasos sanguíneos que le llevan la sangre al mioma y que éste deje de recibir riego, con lo que el tejido muere, disminuye de tamaño y la clínica mejora.
Tratamientos nuevos: ultrasonidos focalizados en la zona donde está el mioma podrían ser una técnica alternativa, no invasiva y eficaz, aún poco estandarizada a día de hoy.

¿Pueden derivar en cáncer?
NO. Los miomas son tumoraciones benignas. Hemos de desterrar la idea de que los tumores benignos pueden evolucionar a malignos, se trate de miomas o de cualquier otro tipo. Otra cosa muy distinta es que sobre ese tejido benigno se desarrolle un cáncer, del mismo modo que se puede desarrollar en cualquier tejido normal del cuerpo.
Los tumores, o son benignos, o son malignos.
Conclusiones
Los miomas son muy frecuentes en la población y aunque sean benignos, es muy importante darles el peso relativo que tienen en la salud femenina, conocerlos y tenerlos siempre en mente cuando una mujer nos consulte por algias pélvicas, sensación de peso en hipogastrio, sangrados más grandes... Démosle un pequeño hueco como profesionales en nuestros diagnósticos diferenciales y estaremos ejerciendo una medicina más completa y sobre todo, con perspectiva de género.